El meu amic Bandini que alguns dels meus enemics de via estreta pensen que sóc jo (què més voldria) ha vist publicats tres relats a les pàgines especials d'estiu del Diari de Tarragona. el seu doll poètic és tant intens que les seves cròniques no es poden beure d'un glop. s'han d'anar assaborint com un gran reserva. Aquí teniu la visió del seu estiu.
Este verano
Este verano
Ramon Rodriguez Guasch
Julio se mira, con un telón de
azufre en las pupilas, las arrugas de las manos. Restos de incendios con olor a
sangre de ladrillo, ceniza de pólvora mojada, arañazos en la piel de los
relojes. Cicatrices que aúllan canciones del verano, lágrimas con sabor a vino
tinto y Casera, humedad en los huesos de un amor con billete de vuelta. Madres
custodiadas por ventiladores en la puerta de la cocina, toallas secando sus
vértigos en la barandilla de los balcones, maridos armados con brochetas y
gafas oscuras. Jóvenes alimentando melanomas, rastrillos que despeinan las
orillas, patines con ruedas de plomo sorteando mareas y preguntas. Mercadillos
y náuseas, sevillanas bailando en el vaivén de un abanico, toreros de Caprabo
en la sección problemas. Despedidas y cierres, atascos de recuerdos en los
peajes, pesadillas a dos horas de distancia, siete kilómetros y treinta grados.
Cayucos con sal en las venas, japoneses de metro cincuenta jugando al
baloncesto, bravas y pulpo a la gallega frente al malecón de mis últimos sueños
cumplidos. García Montero en la mesita, hora catorce y un café que se repite en
los latidos de mis sienes…
Un extraño temblor de manos amanece
con resaca bajo las escaleras de un portal, muerto de miedo. La sal se acumula
en las orillas de esa playa, en forma de castillos en ruinas y de huellas
perezosas, y la sangría que refresca gargantas disecadas, mirada en alto,
televisor encendido. Desde aquí abajo es imposible dar cuerda a los relojes,
las manos no alcanzan el revés del calendario, declarado en huelga de hambre
mientras sigan tus rodillas con los pies tan en el suelo. El mes de julio se
preña del rugir de los mosquitos, del sabor a after-sun de los besos en la
mejilla, de la lengua que tropieza en las migas de unas cuerdas de guitarra.
Todo ha cambiado tanto que no ha cambiado nada, noria horizontal y algodón del
azúcar que recogen las yemas de tus dedos, enredadera de aserrín bajo los
párpados. El rapé solapa el olor a fritanga de las terrazas, los teléfonos
apuntalan ausencias, la memoria disfraza despedidas a prueba del aliño del
sudor de mi frente. A lo lejos, fuegos de artificio apuñalan la calma de un
verano con sobrecarga de orquestas y verbenas, de noches en vela y mañanas a
oscuras, de tardes con hollín de pesadilla. Los aires acondicionados marcan el
ritmo de una marcha fúnebre con vistas a una lágrima, de una conga amotinada
frente a las puertas del desván de tu silencio. Y, en mitad de todo esto, yo me
froto el interior de las uñas con el carmín de una cereza, me miento en los
papeles provocando sonrisas en una fiera que mira, desde hace ya demasiado
tiempo, para otro lado, te rezo mi colección de palabras lijadas...y me
encomiendo frente a este rosario de insomnios para no perder las ganas de
seguir despierto…
El mundo, con los ojos fijos en el
televisor, alimenta su desgana a bocados de hierba y de balones. Se derriten
las gafas de sol del hombro de vendedores llegados del desierto, calmando la
sed con agua de una fuente adornada por el moho de la saliva de los niños. El
aire huele a Nivea y a gazpacho en tetrabrick, a latas de desidia en escabeche
y a arañazos de cerveza en los mentones. En el suelo, marcas de pólvora
inocente, restos de bengalas insomnes que arremeten contra el sudor y las
legañas. Abren los chiringuitos su escaparate de agujas de reloj con anorexia,
mostrando las estrías de una piel aclimatada a la ausencia de caricias a
deshora. El café se acomoda al tacto de unos cubitos de hielo con espinas del
ardor de los diarios, que anuncian altos al fuego a cambio de mirarse los
tobillos y recuentan las familias que se estrellan cada día en la cuneta. Los
amantes redactan sus mentiras en servilletas de papel, las mañanas se cuelgan
medallas en honor a los sueños caídos, y un millón de adoquines desprendidos de
mi espalda dejan entrever la señal de tus puñales. Pero nada importa, tus manos
juegan a apostar al tiempo que tardará mi venda en desprenderse, tu frente
redime sus culpas a golpe de pomada contra la memoria, tus piernas escapan de
mi acera caminando a dos palmos del suelo. Julio se mira, con un telón de
azufre en las pupilas, las arrugas de las manos...pero nada importa. Gol de
España.
5 comentaris:
Favor que usted me hace.
Moltes gràcies
Gracias, Mèlich :)
Estimada Palmira, gràcias por tu asiduidad a esa modesta casa que sólo se enriquece con las letras de Bandini.
¿Cómo te va la nueva esclavitud? Lo llevas bien?
Besos
Mèlich
Sabes que ese exclusivo enriquecimiento del que hablas no es algo cierto. Lo que sí me pasa es que tengo oxidado el catalán y el vicio de entrar a los espacios amigos. Pero me estoy recuperando, no te creas. Ya sólo me falta ponerme las pilas y comenzar la siembra, siempre me ha gustado el otoño.
Con respecto a la "nueva esclavitud"... uno sólo es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice. Pero como te refieres a mi ya no tan nuevo matrimonio, comentarte que ya llevo un añito y todo bien. Exactamente igual que antes, vamos. Cuando no se producen cambios significativos en una relación de pareja nada tiene por qué cambiar por una firma, no? ;)
Un abrazo gordo, cielo. Espero que todo bien por allí :D
Oleeeeeeeeeeeeeee... ya tocaba. Entre tanto politiqueo, mantas, tops, ONGs, facebooks y no sé cuantas "mendas" y otras "lerendas" pensaba que te habías oblidado de los cronopios. Que bueno, que de vez en cuando, todavía asomen sus letras.
Se echaban de menos.
Per cert, quan una de doctors?
Salutens
Pd. El relat, molt maco...
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